NUEVAS CANCIONES
 
para cantar los enamorados a las solteritas, con un aviso interesante a los jóvenes que desean casarse.
 
 
María está en el jardín,
toda llena de hermosura,
parece que lleve el sol,
las estrellas y la luna.
 
María, flor de hermosura,
yo quisiera tu rosal;
antes que pasara un año,
de tu hermosura gozar.
 
A tu rosario vendría,
María, de buena gana,
a coger un ruiseñor
que canta por la mañana.
 
María está en el jardín
como una estrella brillante;
parece que lleve el sol
y el retrato de su amante.
 
Joaquina, flor de hermosura,
yo quisiera tu retrato,
y te quisiera poner
para espejo de mi cuarto.
 
Contigo me he de casar,
Joaquina, prenda adorada;
eres clavel encarnado,
lucero de la mañana.
 
Joaquina, estrella brillante,
prenda de mi corazón,
¡cuando llegará aquel día,
para casarnos los dos!
 
Yo te quisiera adorar,
tus carrillos colorados,
y cogerte para esposa
y para llevarte a mi lado.
 
Aunque me llama Teresa,
no me mires enojada,
aquí estoy aguantando,
hermosa prenda adorada.
 
Teresa, blanca azucena,
toma un ramo de claveles,
un besito y un abrazo
para que de mi te acuerdes.
 
Teresa está en el balcón,
con un ramito de olivo,
con su corona de palma,
hablando con su querido.
 
El día que nos casemos
y te coja para esposa,
entre todas las mujeres,
tú serás la más hermosa.
 
El día veinte de enero,
Rosita se ha presentado,
con el rosal florido
y un clavel en cada mano.
 
Si hay alguno que tu rosa
te quiera deshojar,
guarda firme la muralla
y no te entregues el rosal.
 
Deséchalo, prenda mía,
si otro te viene a hablar;
como eres rosa florida,
te quisieres deshojar.
 
Eres perla de diamante,
eres rosa colorada,
eres clavel encarnado,
lucero de la mañana.
 
Los besitos de los hombres,
si fueran como el perejil,
la cara de las doncellas
parecerían un jardín.
 
Tú eres mi dulce encanto,
eres tú mi dulce prenda,
a ti solita te amo,
hermosísima doncella.
 
Créeme, prenda querida,
mi palabra verdadera,
como sea así la tuya
a la puerta de la iglesia.
 
Ya no hay dama más bonita,
ni tampoco de más garbo,
ni tampoco más pulida,
es cierto que no te engaño.
 
Para pocas cosas vale
el hombre que no es capaz;
sí que te quiero, doncella,
como no vuelvas atrás.
 
Eres estrella del norte,
y por eso yo te quiero,
y no lo pongas en duda,
que soy hombre verdadero.
 
Por Dios te pido, señora,
que no me des ningún susto,
preciosísima doncella,
yo lo sentiría mucho.
 
No tienes que volver más,
porque yo ya no te quiero,
porque tengo un nuevo amante
que me ama más verdadero.
 
Si tú me vienes detrás,
serás muy provocativo,
si nos has oído, oirás,
entiende lo que te digo.
 
Ya te he dicho que te vayas
a donde tú tengas quehacer,
que estoy cansada de hablarte;
jamás te quisiera ver.
 
¿Dónde cobraré yo ahora
los pasos que por ti he dado?
Después de tanto querer,
¡qué presto me has olvidado!
 
No me pensaba, señora,
lo que a mi me ha sucedido,
hermosísima paloma,
dulcísimo dueño mío.
 
¿De qué me he aprovechado
el venirte a cortejar?
Si me has dejado burlado,
¿a dónde he de ir a cobrar?
 
Yo me fié de la dama,
de su tío y de su hermano,
y de sus padres también,
para que vean qué chasco.
 
Le escribí yo a esta dama
una carta bien dictada,
en una mesa sentado,
diciéndole de palabra.
 
No te fíes de esa dama,
que a todos da calabaza;
todos le parecen poco
y ella no vale para nada.
 
Muy mala trabajadora,
eso ya te lo aseguro,
para trabajar con calma,
para comer a menudo.
 
Si me quieres escuchar,
te advertiré alguna cosa:
no seas hombre tan tonto
y no pidas a esa moza.
 
Ésta no sabe hilar
ni da hacienda de mujeres,
ni tampoco una colada,
pues dime para qué la quieres.
 
El día que tú te cases
quita el mando a la mujer;
y si acaso no lo haces,
mal gobierno has de tener.
 
Atiende lo que te digo,
cree si quieres creer,
atiende lo que tú haces
y te diré lo que has de hacer.
 
Y por más que trabajes,
por más que quieres ahorrar,
por más dineros que ganes,
nunca podrás comer pan.
 
De qué te sirve el tener
los comestibles en casa,
si tienes una mujer
que todo te lo malgasta.
 
Ha de ser determinado,
se ha de sabe gobernar,
y también algo callado,
y en la puerta has de escuchar.
 
Le dirás a tu mujer:
"Chica, yo me voy al campo",
y no has de ser de los lelos,
te has de quedar encerrado.
 
Esto es lo que has de hacer
si te has de quitar la carga;
esto lo has de aprender
si tú no quieres lleverla.
 
Labradores, jornaleros,
que vais continuo al campo,
no faltará en vuestras casas
cosecha de cuernos largos.
 
FIN
 
*   *   *
 
Establecimiento de Juan B. Vidal, arrabal alto de Jesús, núm. 5, Reus (En la misma se halla un buen surtido de trovos, relaciones, romances, canciones, historias, aleluyas, soldados, una buena colección de sainetes y diferentes libritos chistosos). Editat amb "OJO POLLOS!!"
 
(Document d'Adelaida Moles)
 
Trobat un exemplar a la Biblioteca d'Olot: consultar