RELACIÓN DEDICADA AL
SOLDADO CERDÁ, NATURAL DE VALLADA, QUE FUE FUSILADO EL
DÍA 1º DE MAYO DEL AÑO 1911, A LAS 6 DE LA MAÑANA |
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PRIMERA PARTE |
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Sagrada Virgen María, |
os pido consentimiento |
para poder explicar |
el caso, en pocos momentos. |
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Madres, las que tengáis hijos, |
traedlos aquí y me oirán. |
Es muy cierto que esto les conviene, |
lo que les voy a explicar. |
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Para todos mis hermanos, |
un consejo debo darles: |
Si alguno se encuentra en peligro, |
en el acto, procurar el retirarse. |
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Los chicos de veinte años |
un sorteo sufrirán; |
si por desgracia les toca, |
a la milicia se irán. |
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Para estar en el servicio |
hay que ser obedientes, |
que si delinques en algo, |
la pena será de muerte. |
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Respetar a los galones, |
comprended lo que os digo, |
que allí hay que bajar la cara |
para pegarte un chiquillo. |
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El veinticuatro de abril |
fue un día muy desgraciado |
para un sargento |
y un soldado. |
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Según nos dice la prensa, |
el sargento le pegó 5 ó 5
bofetadas, |
y el solado se marchó |
enfurecido a la cuadra. |
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Él guardaba su rencor, |
y transcurrieron dos días, |
el soldado se juntó con un amigo |
y de este modo decía. |
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Le dio un abrazo y un beso, |
llorando a lágrima viva, |
y el soldado le decía a su amigo: |
"¿Esta es la despedida?" |
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El amigo preguntaba: |
"¿Donde vas, criatura?" |
El soldado contestó: |
"Me marcho a la sepultura". |
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Pero a los pocos momentos, |
él cogió una carabina, |
al pobrecito ignorante le dio un tiro |
y al sargento lo pasó de parte a parte. |
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Pero a los pocos momentos |
lo cogieron prisionero, |
y dentro del calabozo |
al soldado lo metieron. |
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Le toman declaración; |
a todo dijo que sí; |
"Yo he sido el que ha muerto al sargento |
y ya no siento morir". |
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Le forman consejo de guerra |
a este pobrecito soldado; |
la sentencia que le vino |
es que muriera fusilado. |
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Cuando se enteró su padre, |
hacia el cuartel se marchó, |
y se abrazaron los dos, |
llorando se despidieron. |
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Llevaron al soldado |
y en la capilla lo pusieron, |
y entonces una carta |
para él llevó el cartero. |
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El soldado les pedía, |
por favor, que le dejaran leerla; |
le contestaron que sí; |
entonces miró la letra. |
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Se la mandaba una chica, |
felicitando su gloria; |
poco antes de morir |
tuvo carta de su novia. |
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Entonces pidió el soldado |
pluma, papel y tinta, |
y le contestó a su novia, |
dándole la despedida. |
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Adiós María del alma, |
yo me despido de ti; |
por no saber lo que hacía, |
ahora voy a morir. |
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Adiós flor de margarita, |
adiós ramo de claveles, |
tú has sido la más querida |
para mí de las mujeres. |
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Adiós el sol y la luna, |
adiós lucero del alba, |
que el cielo con sus estrellas |
lo aparecía a tu cara. |
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Adiós prenda brillante, |
adiós encarnada rosa, |
que para mí tan constante, |
como tú no ha habido otra. |
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Adiós para siempre, adiós, |
con azucenas y lirios. |
Dios que te dé buena suerte; |
mejor que yo en el servicio. |
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Eres la flor del laurel, |
adiós ramito de azahar, |
desconfía, que conmigo |
ya no te podrás casar. |
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El cielo se me oscurece, |
se despidió de su novia, |
rezarás un padre nuestro |
si te voy a la memoria. |
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Adiós mi padre y mi madre, |
adiós a mis compañeros; |
no faltar en el servicio; |
mirad dónde yo me veo. |
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Él sacó un pañuelo |
y a su padre se lo daba; |
se lo entregará a mi novia, |
en compañía de esta carta. |
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Ya le subieron al coche |
y alzó los ojos al cielo; |
se despidió del cuartel |
y de todos sus compañeros. |
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Valencia vistió de luto |
el día uno de mayo; |
que fue el fusilamiento |
de este infeliz soldado. |
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SEGUNDA PARTE |
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Salían para Paterna |
millares de personas; |
curioso yo, como ciego, |
les principié a preguntar, |
Contestando los señores, |
y varios iban llorando: |
Ahí vamos a presenciar |
a fusilar a un soldado. |
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Pero a los pocos minutos |
ya llegó la infantería, |
y allí formaron el cuadro |
toda la caballería. |
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El reo ha encargado |
al capitán defensor, |
Señor Cervera, que cobre |
ciertas cantidades que le deben |
y recoja un reloj de plata |
que posee determinada persona, |
entregándoselo todo a su padre. |
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FUSILAMIENTO |
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A las cinco en punto, |
el reo se levantó |
de la butaca donde estaba sentado |
y abrazó a su defensor |
saltándosele las lágrimas. |
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Por primera vez se notó en él |
alguna alteración nerviosa, |
que le duró poco |
pues segundos después |
recobró su habitual serenidad. |
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A las seis menos cuarto, |
abandonó la capilla; |
cruzó el patio y subió |
sin ayuda de nadie |
al furgón de Sanidad |
que le aguardaba. |
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Rodó el coche |
a buen paso de mulas, |
y minutos después |
llegaba el espadón |
de tiro al blanco, |
donde quedó limitado |
al campamento con los olivares |
y algarrobos del término. |
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El furgón iba escoltado |
por dieciséis jinetes. |
Atravesó el furgón |
la línea del cuadro |
formado por las tropas. |
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Llegó el coche hasta el murallón, |
allá se detuvo, |
y apenas abrieron la portezuela |
bajó el reo solo, |
sin ayuda de nadie, |
mirando a su alrededor con
ansiedad, |
sin mostrar la más pequeña alteración. |
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Los sacerdotes le vendaron los
ojos, |
y cogiéndole cada uno por un
brazo, |
le llevaron hasta el pie del
murallón, |
después le abrazaron. |
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En seguida, |
adelantándose el Juez Instructor |
y el Defensor del Reo, |
muy emocionados, |
le abrazaron y le besaron. |
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Un sacerdote le dijo al reo |
que se pusiera de rodillas. |
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Cerdá se arrodilló |
de frente al murallón, |
y de espaldas, a la fuerza. |
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El sacerdote le aproximó |
varias veces a los labios, |
un crucifijo, |
y el reo lo besaba. |
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Los ocho soldados y el teniente |
que formaba el piquete, |
avanzaron hasta quedar |
a cuatro pasos del reo. |
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Volvieron a abrazarle |
y besarle, el Juez y el Defensor. |
Luego, se apartaron unos pasos |
de ellos y los sacerdotes. |
Se vio brillar la espada del oficial |
y sonó la descarga. |
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El infeliz Cerdá cayó hacia atrás, |
con los brazos abiertos; |
como se movía, |
avanzaron los soldados, |
dándole dos tiros de gracia. |
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Al sonar estos disparos, |
batieron marcha |
las trompetas y tambores. |
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El General Pereira, |
que con su Estado Mayor |
estaba en el centro del cuadro, |
ordenó el desfile, |
que duró media hora. |
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Al paso de las secciones |
frente al cadáver, |
los oficiales ordenaban |
la vista a la derecha |
para que los soldados vieran |
el cuerpo del reo, |
como lo determinan |
las disposiciones militares. |
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Desde el lugar de la ejecución, |
las fuerzas regresaban |
a sus respectivos cuarteles. |
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|
AL CEMENTERIO |
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Después de fusilado |
el desgraciado Cerdá, |
y reconocido el cuerpo |
por los médicos, |
se enterró el cadáver en un ataúd |
y se le trasladó |
al cementerio de Paterna, |
donde estará depositado |
durante veinticuatro horas. |
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Unos doscientos curiosos |
han seguido al furgón de Sanidad |
hasta el cementerio. |
|
El muerto tiene un balazo en el
cuello, |
cuatro en el pecho |
y dos en el vientre. |
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FIN |
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* * * |
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Imprenta de M. Palau, D. Blasco
de Alagón, 53, Morella. |
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(Document
d'Adelaida Moles) |
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